Violeta del Valle nace en Chile en 1920, en plena pandemia causada por la gripe española, y muere en 2020, en plena pandemia de covid. Los 100 años de vida de Violeta le permiten a Allende explicar a su manera didáctica y ágil la historia de Chile durante las últimas 10 décadas.
Por esto me gusta tanto la literatura de Allende, porque utiliza la ficción para proponer un viaje ameno y a la vez pedagógico a una época y un lugar; en este caso, el Chile de la pandemia mundial en 1920, las consecuencias del crack del 29, la convivencia entre chilenos descendientes de europeos y los indígenas, la época de Allende, con las mejoras que trató de impulsar y las dificultades con las que se encontró, la represión de Pinochet, la corrupción en el Gobierno del dictador cubano Fulgencio Batista, el golpe y posterior represión de Videla en Argentina… Todos estos episodios históricos impactan en la vida de Violeta.
La forma elegida por Allende es una carta escrita por Violeta a Camilo, un personaje que no ubicamos hasta los últimos pasajes de la novela, cuando nos cuenta que Camilo es el hijo de Nieves, la hija drogadicta de Violeta, que murió en Los Ángeles al dar a luz al pequeño. Violeta fue para Camilo la madre que no supo ser ni para Nieves ni para Juan Martín.
Pero empecemos cronológicamente.
En 1929 el crack provocado en la bolsa de Nueva York hace temblar el mundo y el padre de Violeta, como tantos hombres de dinero en Norteamérica, se arruina. De él depende la propia Violeta, su madre, sus tías, que viven con él, su primogénito José Antonio, que le ayuda en los negocios, y sus otros cuatro hijos, que viven la vida gracias a la situación boyante de la familia.
La debacle financiera sumerge Chile en el caos (Chile fue el país del mundo más afectado) y el general que preside el país no puede hacer nada y decide exiliarse para que vuelva el presidente anterior.
Arsenio del Valle acaba suicidándose y José Antonio toma las riendas de la familia. Decide llevarse a toda la familia al Sur del país, a la granja de los Rivas, los padres de Teresa. “Territorio indio”, rodeado de indígenas. Teresa es una feminista revolucionaria casada “en espíritu”, y conviviente, con Miss Taylor, la institutriz de Violeta durante su infancia y el gran amor de José Antonio, que solo logró casarse con ella tras la muerte de Teresa.
Un día llega a la granja Fabian Schmidt-Engler, un estudiante de veterinaria de la colonia alemana. Fabian, buen partido, soso y disciplinado pero bueno, se enamora de Violeta y acabarán casándose. Pero antes, sin embargo, el duelo por la muerte de su madre y la Segunda Guerra Mundial (los alemanes de Chile prefieren no opinar demasiado pero desean la victoria de su país) retrasan la boda. Chile, pese a la presión de los EE. UU., quiere mantenerse neutral porque se sabe demasiado vulnerable.
Mientras, José Antonio monta una empresa de casas prefabricadas y Violeta lo ayuda con brillantes ideas. Compra terrenos, construye casas, empieza a ganar dinero y, de hecho, ella mantendrá a su marido alemán, que gana prestigio pero no dinero investigando sobre la inseminación artificial de vacas y caballos. Según Violeta, no hay nada digno de ser contado de su matrimonio con Fabián.
Pero un día llega al hotel de la familia de su marido Julián, un piloto de la Segunda Guerra Mundial, poseedor de una pequeña empresa de transporte aéreo, y se enamora locamente de él. Tanto, que le pide a Fabián la nulidad (en Chile no hubo divorcio hasta el siglo XXI). Fabián no se lo concede pero Violeta lo deja para vivir una historia de pasión y dolor (maltrato incluido) con el piloto, un vividor, mujeriego, egoísta, capaz de hacer negocios con la mafia o de servir a la CIA en su voluntad de derrocar gobiernos de izquierdas en América Latina e impulsar las dictaduras (operación Cóndor). Julián no tiene problemas en llevar en su avión a todo tipo de criminales. Hace negocios con la Cuba del dictador Fulgencio Batista, transportando licor, drogas y chicas para los negocios corruptos del régimen, pero también armas para un Fidel Castro que planea cómo derrocar a Batista.
Cuba es en esos momentos una orgía perpetua a punto de acabar (acabó en 1958). Luego él y Gaviota montan una empresa “decente” de aviones anfibios, Air Gaviota. Cuando Cuba deja de ser rentable, Julián se instala en Miami.
Con Julián Violeta tiene a sus dos hijos. Juan Martín y Violeta. El primero defrauda a su padre porque se convierte en un intelectual de izquierdas, líder estudiantil. Y la segunda es una niña mimada por su padre que acaba drogándose y huyendo a Las Vegas, donde Julián la hace seguir para un tal Roy, un personaje siniestro, también de los bajos fondos, del que Violeta acabará enamorándose después de que la ayude a dar con su hija ya embarazada, en Los Ángeles.
Violeta fue mejor abuela que madre. Cuidó de Camilo como si al hacerlo cuidara a la vez de Camilo y de Nieves, a la que no pudo ayudar. Camilo se hizo cura y se instaló en África.
En esa época en Chile gobierna Allende. Casas Rústicas, la empresa de Violeta y su hermano, va viento y en pompa y firma un contrato con el gobierno para hacer casas sociales. Pero la gente pudiente no tolera a Allende y prepara el golpe militar de Pinochet. Violeta no quiere entender de política, repite sin demasiado convencimiento las ideas conservadoras sin saber que las ideas izquierdistas de su hijo Juan Martín van calando en ella. “Me las arreglé para no ver, no escuchar y no hablar durante los años críticos. Había hecho lo mismo durante la larga dictadura, si no fuera porque el puño de la represión me golpeó directamente”.
Así es, porque con el golpe de Pinochet en 1973, meses después del nacimiento de Camilo, empiezan a desaparecer todos los disidentes, algunos asesinados, otros no se sabe. Juan Martín huye de Santiago disfrazado de mujer y se instala en la granja de los Ribas durante unos días, desde donde cruza la frontera para Argentina con la ayuda de un amigo de la familia que acabará siendo asesinado por los militares. Violeta tarda en saber dónde está su hijo, que se queda en Argentina hasta que allí también triunfa el golpe militar. Juan Martín acaba en Noruega, donde se casa, forma una familia y acaba votando al partido conservador. Vuelve poco a Chile y cuando lo hace no se siente de allí. Violeta y su hijo se ven poco y se quieren en la distancia.
La última etapa de la vida de Violeta la pasa amando a otro hombre, Harald Fiske, diplomático noruego enamorado de Chile y amante de los pájaros. Con él se casa y a su lado espera morir, aunque él acaba muriendo. Ella vivirá hasta los 100 años.